
Crónica desde la grada M14 Getafe vs Quijote RC-Gorilas
Ya último partido, son muchos en el Getafe y a nosotros nos faltan por lesión y demás casi la mitad, veremos a ver. El Quijote se enfrentaba al Getafe y en jugando fuera, un rival temible, y las bajas de última hora en sus pateadores y demás jugadores retumba como una sombra sobre el equipo. Algunos susurraban dudas, preguntándose cómo superarían ese vacío en los momentos cruciales. Pero en el corazón de otros, latía la certeza de que, una vez más, la fuerza del equipo vencerá.
Toto, el estratega desde la banda, había agitado el tablero en este último encuentro, algunos los más entendidos se dieron cuenta, los de 1 eran 4, los 2 eran 3 o algo asi. Un cambio de posiciones que para algunos fue una bocanada de aire fresco, una oportunidad de explorar nuevos roles y demostrar versatilidad. Para otros, supuso un pequeño laberinto táctico, un nuevo desafío que descifrar y desde la grada para algunos padres era un: «si no sabe que hacer… Ponle en su sitio, pobrecito mio» . Pero en esa diversidad de sensaciones, germinaba una vez más la semilla del crecimiento, la conciencia de que juntos, aprendiendo y adaptándose, se hacían más fuertes.
El Getafe desplegaba una apertura lateral que era un torbellino, una fluidez que ahogaba las opciones del Quijote, la verdad que daba gusto verles. Cada movimiento era un latigazo, dejando a los nuestros con la sensación de remar contra corriente. Pero cuando la brecha se abría, cuando la posesión era nuestra, los veloces guerreros del centro y los alas se convertían en saetas, surcando el césped con la determinación de quien persigue un sueño, arañando cada centímetro con la esperanza de cruzar la línea de ensayo.
Fue algo agotador, un pulso donde el cansancio físico comenzaba a hacer mella en nuestros campeones. Las ideas parecían emborronarse, la claridad para abrir el juego se esfumaba ante la presión constante. Y el Getafe tenía tres jugadores, tres chavales que, con el balón en sus manos, eran imparables.
Pero el espíritu Quijote, ese corazón indomable que late bajo la piel de los Gorilas, se negó a ceder. En cada ruck, en cada melé, en cada disputa, se dejaron el alma, arañando metros con la garra de quien no se rinde. Esta vez, sin embargo, la balanza se inclinó del lado contrario. El aliento, por mucho que lo intentaron, se agotó en un marcador final de 47-10. Pero las cabezas se mantuvieron altas, orgullosas de la lucha, de la entrega total a las directrices del entrenador, de esos destellos de intensidad que hicieron vibrar el campo.
Este cierre de temporada ha sido mucho más que un resultado. Ha sido la demostración palpable de un compromiso que trasciende las dificultades. Cada ensayo celebrado en una sede diferente, la falta de palos para practicar los tiros a puerta, los escasos entrenamientos conjuntos… todo ello hace aún más admirable lo que habéis logrado.
Quijote-Gorilas, este equipo que desafía la lógica y se une por un sentimiento, ha demostrado de qué pasta está hecho. Y nosotros, vuestra afición, vuestro apoyo incondicional, estamos inmensamente orgullosos de vosotros. Este último aliento, aunque no culminara en victoria, resonará en nuestros corazones como un testimonio de vuestra valentía y vuestro espíritu de lucha. Os queremos y esta vez con torrijas incluidas